domingo, 26 de octubre de 2008

Pensamos que con tres hijos ya estaba cerrada la producción.
Sin embargo a tu madre una noticia la sorprendió:
No había embarazo ¡SOLO EN SU CUERPO ALGO FUERA DE CONTROL!
El medico que la reviso no sabia que había llegado sin aviso el último regalo que Dios nos dio.
Nos fuimos a Mendoza preocupados por lo que a mama le sucedió.
Y estando en casa de la abuela, allí la cosa se complico.
Nos fuimos bien rápido a hacerle un examen a la MAMA DEL CORAZON.
Grande fue la sorpresa… no había tal cosa como una complicación.
El ecógrafo nos mostraba bien fuerte los latidos de tu corazón.
Reímos y lloramos como nunca en la camilla de la revisacion,
Te vimos allí dentro como un punto pequeño de vida y emoción.
Agarrada bien fuerte estaba de tu madre, como hasta hoy.
Salimos de allí felices, porque la noticia siempre nos alegro,
ahora había que tomar recaudos con ese útero que tres veces ya trabajo.
Pasaron seis meses y medio de intensos cuidados y ferviente amor,
Mama volvió a mostrarse luchadora y amorosa sin importarle su dolor.
Oramos al Dios del cielo te retuviera en ese vientre que te recibió;
hiciste tu lucha desde adentro y eso a todos nos marco.
En menos tiempo del indicado naciste y dijiste: ¡Aquí sigo YO!
Gritamos de alegría al ver que una niña Dios de nuevo nos regalo,
papa lloro de nuevo queriendo saber como estaban esas mujeres de su corazón.
Apareció el medico trayéndote en sus brazos de gran labor, envuelta en
una manta delante de mi te descubrió.
Tan pequeñita yo te vi en tu primera gran aparición,
entendí el mensaje de tus negros ojos, diciendo a los míos
¡YO VOY A VIVIR SIN LIMITACION!
Pasaste tus primeros días durmiendo lejos de la que te dio a luz,
pronto se fueron entonces esas horas de gran preocupación.
Saliste llena de vida y decidida a construir una historia de pasión.
Creciste y creciste… y el milagro se confirmo,
Estas entre nosotros para hacer de la vida, una vida mejor.
Reservada defiendes bien firme tu mundo interior,
es porque sabes para que estas en este mundo de hoy.
Esa es Agustina, la mujer de la profunda observación, la que
sigue mirándonos a todos, con esos ojos negros que Dios le regalo.

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